La
herrería es una artesanía antigua que implica
forjar metal calentándolo hasta que sea maleable y luego darle forma en formas deseadas utilizando varios procesos como martillado, doblado, corte y
soldadura. Una de las técnicas esenciales en la
herrería es el remachado, que implica unir dos o más piezas de metal utilizando un remache.
Un remache es un sujetador mecánico permanente que consta de un eje cilíndrico con una cabeza en un extremo y una cola en el otro. El proceso de remachado implica calentar las piezas de metal a unir y perforar agujeros a través de ellas en las ubicaciones deseadas. Luego se inserta el remache a través de los agujeros y se calienta el extremo de la cola hasta que se ponga al rojo vivo. Luego se martilla para crear una cabeza permanente en el otro lado de las piezas de metal.
El remachado es una técnica crucial en la
herrería porque permite a los metalúrgicos unir piezas de metal grandes y gruesas que no se pueden soldar o atornillar juntas. Las aplicaciones comunes del remachado en la
herrería incluyen la creación de bisagras, manijas, elementos decorativos y componentes estructurales para edificios, puentes y otras estructuras arquitectónicas.
El remachado también tiene importancia histórica en la
herrería, ya que fue uno de los principales métodos de unir armaduras y armas durante la Edad Media. Los herreros producían piezas de armadura por separado y luego las unían con remaches para crear un conjunto completo de armadura.
En general, el remachado es una habilidad vital en la
herrería que permite la creación de productos y estructuras de metal duraderos y robustos. Su uso ha sido transmitido de generación en generación de metalúrgicos y todavía se utiliza ampliamente hoy en día tanto por herreros tradicionales como por fabricantes de metal modernos.